jueves, 31 de diciembre de 2009

Chau 2009! Bienvenido 2010!!!



En este año que ya comenzó (lo estrenaron del otro lado del mundo) les deseo lo mejor a cada una/o de ustedes que le dedican algún que otro momento de sus vidas a leer y compartir cosas en este blog y... les agradezco por el apoyo!

Trataremos de superar en 2010 lo hecho en 2009 y ojalá el próximo saludo vaya firmado por un montón más de gente.

A pasarlo lo mejor posible!!!

Matrimonios y algo más

Ser homosexual no es ilegal. El matrimonio gay hasta hace unos días sí lo era. Pero, como no soy jurista, no voy a opinar de la cuestión técnica a su alrededor, sino de la realidad que devino en el primer casamiento celebrado en América Latina entre personas de un mismo sexo. Como tema sensible que es, merece ser analizado minuciosamente antes de emitir un juicio categórico al respecto.

Lo primero que hay que decir es que homosexuales hubo siempre, en todas las épocas. Tal vez lo que haya cambiado es su comportamiento en público. Conozco unos cuantos hombres y mujeres que son abiertamente gay, pero la mayor parte de ellos no superan los 40 años. Los mayores, en cambio, han demorado su salida del armario y es probable que la mayor parte de ellos/as no manifiesten su orientación sexual nunca (tampoco es obligatorio hacerlo, ni para ellos ni para los que elegimos lo opuesto). En muchos de estos casos, llevan una doble vida entre su matrimonio heterosexual y su preferencia gay. Aquí entra en escena la aceptación. De mandarlos a la hoguera hace algunos siglos pasó a relativizarse su presencia, siempre y cuando no sea en nuestro entorno cercano, lo cual genera otro tipo de susceptibilidades. Claramente, Argentina es un país homofóbico, pero es interesante observar cómo la intolerancia aumenta conforme disminuyen el nivel educativo y el tamaño de la urbe de residencia, además de la típica incidencia de la edad (en general, cuanto más viejo, más facho se es).

El primer cuestionamiento que suele aparecer es 'que lo hagan en público', que manifiesten sus sentimientos y pasiones a la vista de todos. Ese reclamo, sin embargo, no es generalizado para las miles de parejitas de adolescentes que alguna vez se han besado en una plaza con poco decoro para el criterio de la época, ni para las multitudes que tuvieron sexo en la vía pública al oportuno resguardo de un vehículo. Si bien es cierto que cualquier conducta libidinosa provoca algo de desagrado en quien la observa sin buscarlo, eso suele remediarse con mirar para otro lado. Por eso, en mi opinión, este reclamo no es mucho más que una moralina. En aras de superar esta parte de la discusión a través del diálogo, los medios juegan un rol bastante perverso, porque recurren a mostrar fotos que despiertan el morbo y la indignación, cuando podrían optar por tomas menos provocativas.

Eso desde el punto de vista de un adulto, cuyo criterio se supone formado. Un niño es, a priori, más vulnerable. Ahora bien, pocos se preocupan por las escenas de violencia que esos niños ven a diario en mucho mayor proporción, como podrían ser su madre insultando a un comerciante por cualquiera sea la causa o su padre tocándole bocina a un peatón para que se apure a cruzar la calle. Ni hablar de formas más complejas, como explicarle porqué un señor en un auto lujoso le da una limosna a un niño extremadamente pobre para que le lave los vidrios o porqué es denigrante mostrar en horario central de televisión abierta a dos chicas limpiando sendos caños de baile. Después de todo, supongo que es más fácil explicar una conducta amorosa que una violenta u otra denigrante. Así, entiendo que un niño es tan permeable a una pareja homosexual como lo es a cualquier otra situación, y la interpretación que haga de las mismas va a tener que ver más con el acompañamiento que le den sus padres y con las vivencias de su propio hogar que con la frecuencia con que vea una conducta homosexual en los demás.

Por otro lado, se suele apelar al factor genético como predisponente y/o condicionante de la elección sexual (en el sentido de justificarla o cuestionarla como una desviación contra natura). En cualquiera de los casos esto tornaría irrelevante el acompañamiento de los padres como factor primordial de la decisión, relegándolo a un segundo plano; a cómo aquel niño aceptará su propia sexualidad, es decir, con qué grado de conflicto. Por lo tanto, la cuestión genética sería inevitable y quedaría fuera de discusión. Tampoco me especializo en estas áreas, sólo intento seguir las líneas alternativas de razonamiento.

Volviendo a la cuestión de la aceptación, alguien podría decir que darle lugar a una cosa hoy traerá aparejada otra mañana. Esto es completamente posible, pero no es malo en sí mismo. Por ejemplo, en una primera instancia existió el voto calificado, luego el voto general masculino, tiempo después el femenino y por último las minorías (inmigrantes, etc), lo cual generó profundas discusiones en su momento, pero hoy nadie se atrevería a criticar la igualdad en el derecho al voto. Un ejemplo opuesto podría ser el ascenso de Hitler al poder, que terminó como ya sabemos. En ambos casos hubo debate. La historia juzgó y juzgará esos debates, pero no podemos renunciar a ellos. Debemos darlos -civilizadamente- a cada paso, durante todo el proceso.



No obstante, bajo el precepto de lo que podría ocurrir, para no correr riesgo de equivocarnos, la venta de armas no debería existir porque derivaría inequívocamente en violencia y asesinatos, ni tampoco la de alcohol o tabaco porque lo haría en adictos y muertos. En todos estos casos se ha intentado tomar los recaudos que se consideraron necesarios para evitar las consecuencias no deseadas y se siguió adelante. Si esas precauciones funcionan o no, eso es harina de otro costal.

Partiendo de una base igualatoria de derechos como la antes explicada, ya que no se trata de obligarnos a todos a un casamiento gay ni de fomentar su realización, sino permitírselo a quienes lo deseen, deberíamos darnos cuenta que el camino es claro. Si todos los hombres somos iguales ante la ley y dos personas, independientemente de su sexo, deciden casarse, tienen que tener derecho a hacerlo y deberán cumplir con las mismas obligaciones que la ley oportunamente disponga.

La opinión de los religiosos (la del obispo de Río Gallegos, por ejemplo) suele destacar que con este tipo de casamientos no se garantiza la procreación y mantenimiento de la especie, que es la esencia del matrimonio, según ellos. Amén de que no parecen haberse enterado del problema global de superpoblación, el matrimonio como actualmente autoriza la ley tampoco es garantía de aquello. Si para muestra sobra un botón, tómese el caso de la Sra. Adelfa y su esposo muchos años menor. Completamente legal. Raro por donde se lo mire, pero legal.




Más aún, si hacemos una encuesta en la puerta del registro civil, vamos a darnos cuenta que esas razones hace rato que no son la motivación principal para casarse. Acceso al crédito y la vivienda, a la seguridad social, simplificación de trámites de adopción y patria potestad, de migraciones, ciudadanía y otros van a aparecer bastante más arriba en los resultados de esa encuesta. Al fin y al cabo, para rubricar el casamiento ante un oficial público hace falta algo más que amor y costumbre.

Finalmente, preocuparse por el tema de la adopción como parte del asunto del matrimonio gay es mezclar los tantos. Primero porque casarse no implica adoptar. Segundo porque la adopción en Argentina es algo que hay que revisar profundamente, porque nadie parece conforme con la forma en que funciona el sistema: lento y mal. Cuando se discuta el tema adopción, veremos si un gay es potencialmente mejor padre que un heterosexual, o si la solvencia económica es sinónimo de cuidado y amor. Pero vamos a estar hablando de adopción, y no de matrimonio.

En síntesis, creo que hay que dejar de tapar el sol con la mano. Hay muchas parejas gay, que conviven como cualquier otra, pagan sus impuestos y hasta tienen chicos (propios o adoptivos) aunque no estén anotados como hijos de ambos miembros. Es una realidad que ya está instalada.

Mejor pongámonos a discutir cómo facilitarle la vida a todas las parejas, casadas o no; cómo mejorar el sistema de adopción y los mecanismos de protección de los derechos de todos los niños, sin importar la forma en que esté constituida su familia; y cómo recuperar el respeto mutuo y nuestra dignidad, que hace tiempo que están en riesgo de extinción.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

TV de la buena

La caja boba no suele depararnos mucho entretenimiento de buena calidad, digamos. Pero me veo obligado a hacer una salvedad para el Canal Encuentro, que muestra una programación mucho más que digna, con algunas joyitas inclusive, como es el caso del ciclo Presidentes de Latinoamérica. En medio de tanto derrape kirchnerista (el último de ellos, excluir de la agenda de festejos por el Bicentenario a la Fiesta Nacional de la Vendimia) hay que darles crédito por algo bueno que dejan.

El canal en cuestión es una herramienta del Ministerio de Educación de la Nación (a diferencia del Canal 7, que parece serlo de la Jefatura de Gabinete). Fue creado en 2005 y paulatinamente lo fueron incorporando las prestadoras de servicios de TV por cable (la expectativa original era asignarle también una frecuencia de aire, si mal no recuerdo). Acá pueden ver su naturaleza y objetivos. Uno de sus aspectos destacables es la integración de tecnologías que intenta propiciar, por ejemplo, poniendo a disposición del público en general la totalidad de los contenidos propios, los cuales se pueden descargar de la página de la señal, donde también se puede consultar la programación.

Presidentes de Latinoamérica

Por dicho canal y también por Canal 7 (alias "La TV pública", "A.T.C." para los memoriosos, o ya irónicamente "ATC Sports") está emitiéndose el ciclo Presidentes de Latinoamérica, de producción nacional y calidad excelente que, por ejemplo, nada tiene que envidiarle a las producciones de la BBC (una muy buena serie documental de la cadena británica, Secretos Nucleares, también está saliendo al aire por Encuentro).



Curiosamente, este ciclo de documentales está basado en entrevistas a 9 de los actuales presidentes latinoamericanos que fueron realizadas por Daniel Filmus, actual Senador Nacional y ex Ministro de Educación (de 2003 a 2007, cuando se creó el canal por el cual se emite). Además, la idea del programa es parcialmente suya, como lo cuenta en esta nota.

Completamente recomendados, tanto Presidentes (aquí pueden encontrar información completa sobre la magnífica serie de programas, que aún no están disponibles para ser descargados) como Encuentro y su programación. Nobleza obliga.

Cómo jugar

En el recuadro 'su intento' se inserta la letra elegida y, si esta pertenece a la palabra, automáticamente aparecerá en la misma en cantidad y posiciones adecuadas o, si no, en la 'papelera'. En ese caso se agrega un trazo en la horca/ahorcado. Diez errores le cuestan la vida al muñeco.
Habiendo acertado o no, se puede clickear en 'Aprender la palabra', que muestra su significado.