jueves, 22 de abril de 2010

Disco es cultura

Cualquiera que me conozca sabrá que soy un maniático de la música y un entusiasta del resto de las artes, y que, como no podría ser de otra manera, extraño cosas que se perdieron con la era digital. Si alguna vez reprodujeron o tan sólo tuvieron entre sus manos un LP de vinilo, entonces saben bien de lo que hablo...

Es cierto que los avances tuvieron sus ventajas. Hoy camino feliz por la vida con buena parte de mi música a cuestas en un reproductor minúsculo y las bondades de la piratería* pusieron a mi alcance cantidades de discos que no iba a poder comprar ni en 5 vidas. También me alegra no tener que rebobinar más los cassettes con una birome para no gastarle las pilas al walkman y ni qué hablar de sacar la cinta de la cassettera con extremo cuidado para no terminar de romperla cuando el equipo se la comía...

Y si bien puede que la calidad de los actuales formatos de facto sea menor que la de un original, aún es mayor a la que nuestros bolsillos podían pagar en el pasado (en cassettes primero, CD-R y RW después, que se deterioraban y no siempre estaban grabados en óptimas condiciones). Las cuestiones del almacenamiento y la facilidad de reproducción -en el sentido de hacer búsquedas booleanas entre la colección, de alternar artistas/discos/estilos infinitamente, etc- también suman a favor de los avances. Pero hay algo que se perdió en el camino: el arte del disco.

¡Quiero el artwork original!


Con el salto del LP al CD (ignorando al resto de los formatos contemporáneos) hubo una pérdida en tamaño y definición: la tapa de un LP mide aproximadamente 30 x 30 cm, mientras que la de un CD mide 12 x 12 cm. Eso era más espacio de expresión para el artista a cargo, en un soporte más directo que el librito de un CD (digamos que, sin importar cuántas páginas tenga un libro dado, un afiche sobre este nunca será lo mismo, así como un mural es distinto a un cuadro).


Después también hay que tener en cuenta si el disco era de tipo gatefold, si el sobre era impreso o una simple bolsita de nylon, si venía envuelto en algo más (como en el caso de Wish you were here de Pink Floyd), o si incluía algún otro agregado (como el librito que acompañaba al disco Pescado 2).


Todo eso conformaba un soporte fenomenal para los artistas que supieron aprovecharlo. Siguiendo con los ejemplos anteriores: Hipgnosis y sus numerosos trabajos para Pink Floyd o el álbum Artaud, también de Pescado Rabioso, con su forma irregular.


Los CD jewel case (cajita cristal) ni se acercaron a brindar esas posibilidades. Algunas ediciones incluyeron abundante material en el librito o desplegable (según el caso), papeles texturados, plásticos coloreados y otros detalles, pero ni se comparan... Sobre todo si hablamos de las ediciones y reediciones nacionales, que traían menos que las originales!












Tal vez lo más parecido a un LP sean los empaques Digipak, que semejan el estuche de un LP en miniatura, son más versátiles en términos de posibilidades creativas (por ejemplo No code de Pearl Jam) y también poseen la característica del desgaste por el uso y el paso del tiempo, cosa que el artwork digital no sufre y por ende lo hace menos natural.


Además de esto último, la ausencia de desgaste - que desde cierto punto de vista podría interpretarse como una ventaja, el artwork digital no es tangible (o al menos no de la misma forma). Desmaterializa los discos, los vuelve una fría carpeta o un ícono de su tapa, cuando mucho, con una serie de imágenes en su interior que representan, separadamente, lo que antes era indivisible: un álbum. Algo que ibas descubriendo desde lo visual, lo táctil y olfativo hasta llegar a la música en sí. Aspectos que interactuaban unos con otros produciendo nuevas sensaciones cada vez, cambiando con el tiempo y el uso, a la par de su usuario.


Tal vez soy demasiado nostálgico para este asunto, pero la colección de música que atesoro en mi disco rígido -que cuido y sufro cada vez que corre peligro- no se compara con una pila de discos de vinilo heredados de mis viejos, o las de un mercado de usados, o la de los CD que hasta ahora logré comprar. Los discos son otra cosa, tienen su magia.

Pero el mundo avanza y hay cosas como ésta que van quedando atrás. Por suerte, son muchos los locos lindos que al igual que quien suscribe se preocupan por tales nimiedades...

Y las hicieron libro

Un par de ellos han juntado en A todo volumen, historias de tapas del rock argentino parte del arte de más de cien discos trascendentes de nuestro rock, con anotaciones que resultan muy útiles para entender mejor lo que esos discos quisieron expresar y su contexto. Me encantaría leerlo completo pero, por ahora, me conformo con algunos avances que leí en este informe y con una parte del mismo -cinco discos- que les dejo en este paquete, para que puedan leerla y hacerse una idea.

* Descargo

Estoy en contra de la piratería, por eso no me molesta compartir discos sin pagar por ellos. Mis razones:
  1. No es el artista que produce esa música el más perjudicado, sino las discográficas (los verdaderos piratas), que por lo general explotan a los artistas en cuestión, con el consentimiento del estado.
  2. Si no lo descargase, lo más probable sería que tampoco termine comprándolo, por falta de efectivo.
  3. Si es un músico conocido, se lo compro personalmente o le pido permiso para copiarlo. Si no lo conozco, trato de ir a verlo en vivo, donde su margen de retorno es mayor.
  4. Yo no lucro con mis copias, y sólo una vez compré un CD trucho (hace más de 10 años, ya prescribió).

Cómo jugar

En el recuadro 'su intento' se inserta la letra elegida y, si esta pertenece a la palabra, automáticamente aparecerá en la misma en cantidad y posiciones adecuadas o, si no, en la 'papelera'. En ese caso se agrega un trazo en la horca/ahorcado. Diez errores le cuestan la vida al muñeco.
Habiendo acertado o no, se puede clickear en 'Aprender la palabra', que muestra su significado.